domingo, 25 de enero de 2009

¡FELICES FIESTAS!

Hola, espero que se la pasen muy bien estos dias de asueto. Por ahora les dejo esto que me encontré en mis paseos nocturnos en internet, espero que les resulte interesante.


La actividad del lingüista como corrector de estilo
Jornadas de Lengua Española: las profesiones del filólogo
Valencia, 16-18 de noviembre de 2004
Antonio Hidalgo Navarro
Grupo Val.es.Co. Universitat de València

La importancia de escribir "correctamente" en la sociedad actual
La sociedad actual está dominada por la escritura. Nuestra actividad se halla continuamente envuelta por los textos escritos; y textos de muy diversa índole, desde los cuadernos y manuales escolares hasta los prospectos de las medicinas, pasando por las facturas de los bancos, la declaración de la renta, el periódico, etc. La sociedad de la información (a través de la informática) ha incrementado aún más si cabe el peso e importancia de la escritura, hasta el punto de que sobre el teclado del ordenador podemos reproducir en determinadas circunstancias (al "chatear" p.e.) el lenguaje oral mismo: la escritura ha llegado a suplantar, pues, al dicurso oral. Una posición fundamental ocupan en este estado de cosas los textos académicos, que deben reflejar conocimientos adquiridos, de acuerdo con la capacidad de su autor para seleccionar información relevante, para argumentar, demostrar, refutar, verificar hipótesis, etc. En suma, un buen o mal dominio de la escritura pueden condicionar decisivamente el éxito o fracaso de nuestra actividad profesional, sea esta académica o no.
La comunicacióin escrita, pues, domina gran parte de la actividad social y económica de nuestras vidas y a ello obedece que un texto "bien" escrito sea, las más de las veces la mejor tarjeta de presentación, tanto para un particular como para el más laureado de los literatos.
Efectivamente, la multiplicidad de textos escritos se refleja en un amplio arco de posibilidades que, a manera de ejemplo, por su importancia como medio de transmisión, podríamos ejemplificar en los llamados textos "expositivos" (monografías, informes, proyectos, etc.) o en las cartas profesionales, comerciales y/o privadas. En la conferencia anterior se aludió también a un tipo de textos fundamentales cuales son los periodísticos, con lo que obviaré hacer referencia a ellos. No hay que olvidar, por lo demás, los textos literarios. Con todo ello, podría decirse que las posibilidades o campos de actuación de un corrector de estilo son, cuando menos, no escasas.
La cuestión es ¿qué papel corresponde en este bosque textual al corrector de estilo? No importa que se trate de textos breves o amplios, personales o de divulgación, el hecho es que todos ellos son susceptibles en mayor o menor medida de "corrección"; las empresas que editan los diarios, los periódicos y las revistas, así como todas las editoriales de libros cuentan con personas dedicadas a corregir los textos escritos. Son los correctores de estilo, encargados de leer y releer cada párrafo para corregir errores. No sólo deben controlar las faltas de ortografía (erratas), sino también la sintaxis y la semántica de cada oración, es decir asegurar que esté correctamente construida y que se entienda la idea que se quiere transmitir.
Por otro lado, no cualquiera puede ser corrector de estilo. Aunque no es necesario tener un título universitario, es un oficio para el que hacen falta una gran concentración y muchos conocimientos generales. En este sentido, y como se verá después con más detalle, el mejor aliado de un corrector es el diccionario, al que deberá recurrir en casos de duda.
La corrección de estilo es un oficio histórico, que surgió con la aparición de la imprenta. Es también un trabajo humano irreemplazable, porque aunque hoy los ordenadores tienen programas que corrigen la ortografía, ninguna máquina es capaz de controlar el estilo y el ajuste de significado de un texto.
Pero el corrector de estilo no es sólo un operador a posteriori sobre el trabajo final. Un buen corrector de estilo debería tener en cuenta además cuáles son los pasos implicados en la planificación, elaboración y revisión final de un texto. Veamos, pues, en qué puede consistir su especialización profesional.

Actividades relacionadas con la confección de un texto "correcto"
Cuando hablamos de texto "correcto" somos conscientes (se ha comprobado en 1.) de la diversidad tipológica de los textos y de que, en consecuencia, la corrección no supone lo mismo en todos ellos. No obstante, por el carácter general de mi exposición me permitiré cierta extrapolación y entenderé por texto correcto aquel que se corresponde con un uso contextual del idioma adecuado a los distintos casos y ámbitos de interés particulares. En este uso, creo entender que existe un denominador común: el uso correcto del idioma es el que atañe al nivel culto-formal (del español en nuestro caso), independientemente de la especialidad del texto (humanidades, ciencias empíricas, artes, etc.).
Todo corrector de estilo deberá tener en cuenta, pues, cuáles son los principios fundamentales que rigen la buena escritura de un texto, y con ello no nos referimos sólo, claro está, a la buena "ortografía".
Fundamentos de la escritura correcta.
Veamos a continuación cuáles puedan ser los requisitos principales en el proceso de redacción de un texto (recuérdese que, en cualquier caso, este tipo de contenidos debería formar parte inseparable del curriculum académico del corrector de estilo).
2.1.1 Contextualización y coherencia
Un primer aspecto que debería tenerse en cuenta a la hora de escribir es la necesidad de que el texto producido posea un adecuado grado de contextualización y coherencia (Reyes, 2001:121-158). Efectivamente, para que un texto funcione debe conectarse con los marcos de referencia que posee su potencial lector: sus datos deben ser compartidos al menos parcialmente por autor y lector, y, evidentemente, el responsable de que esto se cumpla es en gran medida el autor (este aspecto debería ser tenido en cuenta por un corrector de estilo eficiente).
Cuando se habla de contextualización se hace referencia a la conexión de los significados textuales con datos extratextuales; es un proceso con dos aspectos complementarios (Reyes, 2001:123): en primer lugar el texto debe adecuarse al entorno comunicativo en que va a insertarse; en segundo lugar, hay que crear, a través del propio texto el conjunto de datos que permiten a los lectores potenciales interpretar lo que el autor dice o escribe. El contexto, pues, en parte es preexistente al texto y en parte va siendo creado progresivamente.
Cuando hablamos o escribimos decimos poco, pero sabemos y entendemos mucho más de lo dicho o escrito, y este es un factor de estilo que tampoco debe perderse de vista.
Otra cuestión fundamental en relación con la coherencia del texto es la necesidad de que esté organizado lógicamente. Un texto será coherente si su estructura significativa tiene organización lógica, armonía sintáctica, semántica y pragmática entre sus partes y si su significado es interpretable porque ayuda al lector a hacer las inferencias necesarias. En este camino es fundamental el proceso de interpretación del texto: por un lado descodificamos los signos lingüísticos atribuyéndoles significados, por otro lado inferimos todo lo que no está dicho. La coherencia surgirá, pues, de la interacción entre la estructura del texto y la interpretación del lector. Para ello deben cumplirse las llamadas "condiciones de coherencia" (Reyes, 2001:131):
el texto debe ser relevante
el texto debe presuponer correctamente la información conocida
el texto debe tener un tema central
el texto debe argumentar de manera adecuada
el texto debe emplear los mecanismo de cohesión necesarios
De los aspectos considerados algunos afectan más directamente a la labor del corrector de estilo: así, si la trabazón lógica de las partes de un texto no funciona el texto resultará incoherente: el proceso de argumentación, en su caso, debe ser en la medida de lo posible escrupuloso y preciso. Por otra parte la cohesión entre las partes del texto a través de mecanismos lingüísticos resulta ineludible; para ello se deben emplear determinados recursos tales como los conectores textuales, los elementos deícticos y anafóricos, el recurso a la repetición sinonímica, a la elipsis, etc.
A ello se añaden otros recursos capaces de crear coherencia, como p.e. el orden de palabras. No siempre estructura semántica y estructura informativa van de la mano: en este sentido el orden de palabras en español es flexible, sí, pero no se elige un orden al azar, sino según las necesidades comunicativas (la información conocida o tema va primero y la nueva o rema va al final de la oración). Cada palabra debe ocupar en la oración el lugar en donde más claramente se vea a qué otra u otras palabras se refiere. Ello supone que lo que sepamos o no en cada momento dependerá de cada texto particular: así, p.e. en la conversación los hablantes van calculando rápidamente lo conocido y lo nuevo y, en su caso, van corrigiendo o reponiendo cuando resulta oportuno; en cambio, la información conocida de un texto es un cálculo que debe hacer el autor que, si falla por exceso o por defecto, acabará produciendo un texto incoherente.
Algunos recursos usuales para el realce de la nueva información son la anteposición con refuerzo, las denominadas estructuras ecuacionales (p.e. en fue Juan quien mató al fugitivo), los intensificadores (algunos marcadores discursivos son habitualmente intensificadores: también, lo que es peor, además, etc.)
2.1.2. El proceso de planificación textual
Un segundo aspecto no menos importante que el de contextualización y coherencia es el de la planificación del texto ("precomposición" en términos de Reyes, 2001:192-216). La planificación, obviamente, es el proceso de reflexión previo a la escritura, y hay que otorgarle la importancia que tiene: antes de lanzarse a escribir hay que detenerse a pensar en las circunstancias que rodean al texto, esto es, debemos hacernos ciertas preguntas previas, tales como ¿para qué se escribe el texto?¿a quién va dirigido el texto? ¿qué lector estamos seleccionando? ¿qué imagen pretende transmitir el autor al lector? ¿qué debe decir el texto exactamente y cómo debe organizar dicha información? ¿a qué género se adscribe tipológicamente el texto? ¿qué secuencias textuales (argumentación, exposición, descripción, narración) se emplean o van a emplear en el texto? Es necesario que el corrector conozca bien en qué consiste este proceso de planificación, si no el del texto particular que está revisando, sí al menos como proceso reflexivo necesario en la confección de todo texto.
Es obvio que un texto escrito se elabora habitualmente para transmitir información: suele tener, pues, en su mayor parte, valor informativo. Algunos textos, como los científicos, añaden a este propósito informativo otro más, el deseo de convencer: tienen inicialmente un carácter expositivo, pero pueden ser también argumentativos; intentan convencer al lector de las teorías y puntos de vista que defiende el autor.
En cualquier caso, las características de estilo y estructura de un texto vienen determinados por sus objetivos. Una cosa es clara, en general, es positivo que cualquier texto sea de agradable lectura, pero su amenidad puede ser más o menos necesaria en función de la "aridez" del tema, del mismo modo que prescindir de la exposición de datos, por farragosos que estos resulten, puede constituir un fraude en el caso de un texto científico.
Como paso previo, en el proceso de planificación es necesaria una adecuada selección del destinatario: el conocimiento del lector ayuda a crear un texto lo más adecuado posible. Antes de escribir un texto es conveniente, pues, recopilar todos los datos disponibles acerca del lector (conocimientos, edad, intereses, ideología, extracción sociocultural, etc.). El escritor experto debería escribir textos a medida del lector que ha seleccionado, y sin duda la forma y estilo en que lo haga exigen un esfuerzo notable. El corrector debería velar por que esta sintonía se consiga en una medida óptima.
En este sentido, en relación con la información que deba conocer el lector, hay que hacer algunas consideraciones: un texto que contenga información obvia resultará tan aburrido como incomprensible el que incorpore conocimientos desmesurados para el lector destinatario.
Tan importante o más que la selección del destinatario es la imagen del autor: así, para que el texto alcance sus objetivos resulta conveniente que el autor:
manifieste conocimiento sobrados sobre el tema
manifieste certeza sobre el interés intrínseco del tema sobre el que está escribiendo
Aspecto esencial en la planificación textual es el de la producción y organización de ideas. En el texto deben figurar las ideas estrictamente pertinentes. El primer paso, pues, es conseguir la información necesaria relativa a tales ideas. A este proceso se le denomina fase de documentación. Tal fase es compleja: hay que reunir toda la información posible, pero ello no basta, después hay que relacionar entre sí las informaciones. Finalmente, la labor original del autor será la de valorarlas aplicando su sentido crítico.
A tal efecto el autor debe llevar a cabo una tarea de selección: la tarea de selección suprema es, precisamente, la capacidad de someter todo un texto a una idea central, esto es, de otorgar un título al texto que lo resuma completamente.
Progresivamente el autor deberá ir reordenando la información y organizarla en subtemas, para lo cual será especialmente adecuado que los sitúe en el marco de un esquema claro, en partes bien definidas. El corrector de estilo deberá ser especialmente sensible a este aspecto, crucial en la fácil, difícil o imposible comprensión de un texto.
2.1.3. Planificación y secuencias textuales
¿Qué características debería cumplir un texto "correctamente" escrito? Ante todo las de precisión, claridad y objetividad (esta última fundamental si se trata de un texto académico). La claridad es resultado del empleo de un léxico idóneo y de una planificación escrupulosa: no cabe la improvisación en el texto "correcto".
Muchos de los textos escritos posibles comparten características de estilo, comenzando por el hecho de que en su mayor parte se construyen atendiendo a las mismas secuencias textuales: descripción, narración, exposición, argumentación y diálogo.
Cada tipo de secuencia textual lleva aparejado un modo distinto de organizar, una estructura específica y unas convenciones propias. El corrector de estilo deberá estar muy atento a todo ello. Veamos esto último con algún detalle.
2.1.3.1. DESCRIPCIÓN
La descripción representa (o trata de representar) la realidad circundante. La información debe aparecer ordenadamente en el texto descriptivo, según partes bien definidas, de lo externo a lo interno, de izquierda a derecha, etc. Por supuesto, de acuerdo con el tipo de texto descriptivo los rasgos de estilo vienen establecidos por el predominio de ciertas categorías gramaticales (p.e. sustantivos referidos a terminología científica, uso de verbos en presente, enumeraciones, etc. en los textos científicos).
Otra estrategia habitual en textos descriptivos complejos es la analogía (comparar lo que se describe con alguna otra cosa que el lector entienda fácilmente).
2.1.3.2. EXPOSICIÓN
Su objetivo principal es transmitir la experiencia y saber de una comunidad. Toda secuencia expositiva consta al menos de dos movimientos:
señalar cuál es el problema
desarrollar su solución
Toda secuencia expositiva debe seguir, pues, un esquema claro y pormenorizado, sin saltos en el vacío. Por lo demás, lo importante de la estructura expositiva es mostrar el orden del razonamiento, siguiendo un orden lógico. A tal efecto son fundamentales las estrategias discursivas del texto expositivo:
reformulación (paráfrasis)
inserción de ejemplos
citas de autoridad
clasificación: permite ordenar y sistematizar la información
Todos ellos son aspectos que debería supervisar un buen corrector de estilo. Además, conviene una presentación jerárquica de la información: hay informaciones primarias y secundarias que el autor debe hacer ver al lector con claridad.
2.1.3.3. ARGUMENTACIÓN
Argumentar es intentar convencer a otro de una afirmación u opinión del autor. Los textos escritos actuales están repletos de secuencias argumentativas. Una secuencia argumentativa se construye como respuesta a una (o varias) opiniones contrarias. El autor debe, pues, necesariamente presuponer la existencia de dos o más interlocutores (el autor y el otro u otros), de modo que toda secuencia argumentativa deberá incluir dos tipos de información:
la tesis
los argumentos que sustentan la tesis
El autor debe formular explícitamente la tesis. En cualquier caso, dicha tesis debe apoyarse siempre en argumentos racionales. Y dichos argumentos deberían ir ensamblados adecuadamente mediante los recursos lingüísticos apropiados, entre los más destacados figuran los conectores: en esencia se trata de procedimientos gramaticales o textuales que se utilizan para engarzar entre sí las oraciones que forman parágrafo, o bien para engarzar distintos parágrafos entre sí. Los conectores atienden adecuadamente a las relaciones lógico-semánticas existentes entre dos o más oraciones o entre dos o más parágrafos, en este sentido actúan como "señales de tráfico": advierten de las características, de la importancia, relevancia o irrelevancia de la información que relacionan. Son imprescindibles en el proceso de construcción textual: un texto poseerá mayor articulación interna, mayor cohesión, mayor claridad en la medida en que utilice más adecuadamente las expresiones conectivas. Ahora bien, no debe introducirse cualquier expresión conectiva gratuitamente buscando un falso efectismo estilístico: el corrector de estilo debería velar por evitar este defecto en el texto revisado. En caso de dudas siempre será preferible, obviamente, el uso del diccionario.
Otros elementos del razonamiento argumentativo a los que deberá prestar mucha atención el corrector de estilo son:
la regla general: es una creencia o un supuesto más o menos aceptado por la comunidad que puede permitir ciertos saltos en una argumentación
la fuente: fundamento de la información que se proporciona para garantizar las reglas generales o la verdad de los datos que agrupan la tesis; aparece generalmente como cita de autoridad
la reserva: el propio autor puede albergar alguna reserva sobre las posibles consecuencias que se deriven de sus argumentos
Hay, pues, múltiples recursos argumentativos para un autor: citas de autoridad, ejemplificación, analogía, exposición de causas y consecuencias, apoyo de datos objetivos, discusión o desestimación de posibles objeciones a la tesis de partida (contraargumentación). De todos ellos es especialmente interesante la contraargumentación, que consta de tres fases: presentación del contraargumento, desarrollo de la refutación y refuerzo de la tesis principal. Papel fundamental en este plano es el que corresponde a los conectores contraargumentativos y sobre su manejo por parte del autor debe incidir especialmente la labor del corrector de estilo.
2.1.4. La (s)elección del léxico y el significado
Aspecto fundamental en la elaboración de textos, y por tanto en los conocimientos y trabajos que debe saber aplicar el buen corrector de estilo es el de la selección del léxico y vocabulario en el texto. Efectivamente, uno de los principales problemas en la composición de un texto es encontrar las palabras justas para expresar lo que se quiere. Debe haber adecuación al género y al tema; por supuesto, el registro también desempeña un papel decisivo en la elección léxica.
Un buen sistema para adquirir vocabulario es la lectura de buenos textos, pero no disponemos en nuestro conocimiento de todas las palabras ni de las más justas: no conocemos todo el vocabulario de nuestra propia lengua. Hay Por lo demás, es imprescindible un vocabulario abundante para escribir, pero eso no implica aprender todas las palabras posibles del vocabulario. En todo caso, la ausencia de vocabulario producirá textos vagos y/o repetitivos.
Si, finalmente, tenemos dificultades para hallar la/s palabra/s necesaria/s deberemos acudir al diccionario: el corrector de estilo debe ser frecuente consultor del mismo. Algunos diccionarios aptos para el corrector son:
el Diccionario de uso del español de Mª Moliner, que incluye definiciones amplias, con información gramatical e información sobre construcción de palabras y su adecuación contextual (ed. de 1998). Distingue asimismo entre usos literarios, formales, informales, vulgares, cultos…
el Diccionario Salamanca de la lengua española, que distingue entre usos restringidos, rurales, vulgares, jergales, coloquiales…
el Gran Diccionario de la lengua española que diferencia entre el lenguaje de argot, culto, coloquial, despectivo, familiar, formal, jergal, literario, vulgar…
En todo caso, son sin duda importantes los grandes diccionarios para el corrector de estilo, es decir, aquellos que poseen gran cantidad de información (DRAE, 1992), también son muy necesarios los diccionarios ideológicos, uno de cuyas más recientes muestras corresponde al Diccionario Redes coordinado por Ignacio Bosque.
En el ámbito del léxico merece especial atención el uso de neologismos (algunos de los cuales son simples barbarismos innnecesarios). Por neologismo se entiende toda palabra reciente que se refiera a cosas o hechos nuevos, o que se aplique a denominaciones nuevas. Actualmente la mayoría procede del inglés. Es difícil que un diccionario general recoja rápidamente un neologismo, pero hoy los diccionarios modernos (Larousse, p.e.), recopilan todas las palabras que circulan, sin descartar los neologismos.
En otro sentido, hay que saber discriminar los préstamos y los calcos. Los primeros pueden ser necesarios, pero los segundos son construcciones ajenas que copian exactamente del original, violentando así los patrones sintácticos o semánticos del español. Los préstamos son particularemente útiles en el lenguaje científico, necesitado de términos técnicos, precisos, unívocos, etc. Hay que conocer, pues, estos términos, a la hora de traducir o bien, al revisar el estilo de un texto científico. Los calcos en cambio deberían rechazarse siempre.
En cualquier caso, no se puede escribir correctamente si no se escribe en "buen español": el español rico, flexible, matizado, etc. Los anglicismos u otros extranjerismos usados innecesariamente empobrecen el caudal léxico del español.
En el ámbito de los significados, al margen de los explícitos, existen significados de palabras y expresiones que no están en los diccionarios, y que tampoco son siempre significados previsibles. Se trata de aquellos significados posibles de una palabra, a excepción de los denotativos y se llega a ellos por inferencia; hay varios tipos, los más frecuentes son los connotativos (se deben a los contextos habituales en que aparecen ciertas palabras, asociadas así a determinados contenidos) y los contextuales (sus implicaciones son inferidas gracias al contexto).
Hay, en suma, muchos tipos de significados implicados, y una disciplina lingüística que trata de explicarlos, la pragmática. No le son, pues, ajenos, al corrector de estilo, los conocimientos sobre esta disciplina; al menos deberá estar familiarizado con sus principios fundamentales.
Algunas cuestiones particulares de dificultad en la selección del léxico:
Problemas en la precisión del vocabulario: hay que evitar, p.e., verbos comodines (tener, haber, poner, dar, decir, romper, cambiar).
Distinción de significados de acuerdo con los diferentes derivados adjetivos de sustantivos (celeste/celestial, cárnico/carnal)
Problemas relativos a la valoración del léxico: a menudo las palabras acarrean una valoración sobre la idea que expresan: los vocablos no siempre son asépticos ni objetivos. Muchos términos traen consigo una toma de postura, una opinión ante lo expresado por el hablante (bebedor tenaz no es lo mismo que bebedor empedernido; esposo tenaz no es lo mismo que esposo fiel).
Problema de los términos parónimos: palabras que se asemejan en cuanto a la forma, pero expresan significados diferentes (inerme/inerte, preeminente/prominente, sima/cima)
Cultismos inadecuados: tendencia a redimensionar las palabras, esto es, tendencia a utilizar palabras de muchas letras, en lugar de los términos correctos (Grijelmo, 1997, habla en este sentido de "archisílabos": climatología por clima, utilización por uso).
Confusión de significado entre términos formales (obsérvese o incorrecto de la expresión su argumento adolece de rigor, frente a su argumento adolece de falta de rigor)
Atracción ocasional por palabras o expresiones nuevas que llegan a nosotros como creaciones más o menos recientes o, a veces, muy expresivas; o por ser palabras de resonancias cultas, con acentuación esdrújula (plúmbeo, hermenéutica, atrabiliario)
Llegados a este punto, el siguiente paso es enfrentarse directamente con el texto. Una vez el corrector tiene asumidos una serie de conocimientos teóricos y prácticos, metodológicos y empíricos, etc., deberá enfrentarse al texto, tratando de responder a las expectativas que su cliente (autor, autores, empresa, institución, etc.) han depositado enél. ¿qué deberá hacer para enfrentarse al texto? Veámoslo con detalle a continuación.
3. Actividades relacionadas con la corrección de un texto (académicamente correcto). La revisión
La revisión de texto, la fase en que el papel del corrector es determinante está condicionada por por factores muy diversos, que van desde la ineptitud del autor para la redacción hasta la tendencia de este a resultar excesivamente "florido" en su expresión. Se hace necesario, pues, asumir una serie de consideraciones preliminares sobre la base de las cuales deberá operar el corrector de estilo.
¿Qué revisar?
Hay tendencia a pensar que sólo deben corregirse los errores ortográficos y/o gramaticales. Pero también es muy importante la revisión del contenido. El corrector, pues, no sólo ha de ajustarse a la prescripción de la gramática normativa. Hay que cuidar de que el texto sea comprensible y no contenga pasajes de difícil interpretación. Sólo debe incluirse información relevante para el desarrollo textual, evitando las ambigüedades y las redundancias. Debe huirse en lo posible de las valoraciones personales (sobre todo si el texto es de carácter formal o académico).
En general, la unidad de sentido preserva la inteligibilidad del texto. Deben quedar bien explicitadas las relaciones entre las distintas partes del texto, no basta con que las ideas estén bien conectadas en la mente del autor. Una buena forma de conseguir esa unidad de sentido es cambiar de tema lo menos posible a lo largo de un párrafo y evitar introducir sin necesidad digresiones evitables.
Otro elemento eliminable del texto es la ambigüedad. Un texto sólo debe poseer una correcta interpretación. En este plano la sintaxis puede ayudar a clarificar al máximo su interpretación.
Asimismo, las redundancias informativas afectan negativamente a la coherencia del texto. Las informaciones redundantes no suelen ser pertinentes, sino innecesarias. Hay que evitarlas.
Otra cuestión fundamental es la adecuación del contenido a la situación comunicativa: así, en un texto formal no caben coloquialismos excesivos; del mismo modo que en una situación informal es inadecuado por pedante el recurso a términos cultos.
Necesidad de facilitar la lectura
Cuando un texto se lee con dificultad es porque el tema es difícil en sí mismo, o bien porque el lector no se halla suficientemente interesado por dicho tema. O bien simplemente el texto está mal escrito: hay que hacer lo posible para facilitar la lectura. Hay que ser claro, ordenado, calcular bien los conocimientos del lector destinatario del texto.
Existen además diversas estrategias de captación del lector que el buen corrector de estilo deberá tener en cuenta en caso de haber de tener que aconsejar a un escritor no demasiado competente:
Es conveniente guiar al lector en la lectura: hay que hacer recapitulaciones, resúmenes de lo dicho hasta el momento, etc.
El lenguaje debe ser simple, sin demasiadas repeticiones innecesarias, sin vocabulario rebuscado, etc. La oscuridad expositiva no incrementa la calidad del texto, más bien evidencia que el autor no domina el contenido que transmite o ha olvidado que escribe para un lector determinado. Se escribe para conseguir un efecto en el receptor
Hay que cuidar el aspecto formal del texto, evitar erratas, descuidos tipográficos, etc. Evítese crear la impresión de ser un autor "dejado".
La extensión del párrafo no debería exceder ciertas dimensiones. Por ejemplo, no son aconsejables los párrafos de una página entera, ni tampoco los párrafos telegráficos de un par de líneas. Deben tener además equilibrio entre ellos.
Es asimismo fundamental la revisión de la estructura textual: hay que comprobar que el texto sujeto a corrección presenta ordenadamente la información y que su distribución es la más conveniente para el objetivo del autor. No sólo es una cuestión del orden, sino que es necesario que la extensión dedicada a la exposición de cada idea esté equilibrada. Por otro lado, la distribución de la información en el texto dependerá también del tipo de texto elaborado: si es expositivo la información deberá avanzar de lo conocido a lo nuevo, de forma progresiva, para que el lector vaya adquiriendo las claves necesarias para la comprensión del texto. Si el texto es argumentativo/contraargumentativo, p.e., será imprescindible que se formule la tesis explícitamente, sin lugar a dudas.
Control sobre el uso de recursos retóricos o efectistas
Es correcto el uso de ciertos recursos como la metáfora, que a veces hace más claro y comprensible un texto. Pero hay ciertos recursos que conviene emplear con cautela, por ejemplo el de la ironía. Evítese el riesgo de ambigüedades o faltas de entendimiento por parte del lector.
La importancia de la presentación
Entre los defectos de presentación más usuales a que se debe enfrentar el corrector de estilo están:
textos sin márgenes o con márgenes escasos
abundancia de errores tipográficos
incoherencia en el empleo de convenciones de subrayado de títulos, palabras extranjeras, mayúsculas, comillas, citas, referencias bibliográficas, etc.
número excesivo de páginas
mala puntuación, por exceso o por defecto
desorganización
lenguaje "infiltrado" (Reyes, 2001:269): términos y expresiones que proceden de la burocracia, los medios de comunicación, ciertos textos académicos, etc. Son en general expresiones "rimbombantes" innecesarias, fácilmente simplificables e incluso eliminables.
La importancia del estilo
Por supuesto la revisión afecta a la puntuación, a las disposiciones de la gramática normativa, al vocabulario, al estilo. El estilo es un aspecto fundamental, para conseguir un texto con buen estilo resulta fundamental prestar atención a cuestiones de léxico y sintácticas. Hay que atender así a la longitud de las oraciones y evitar alargarlas innecesariamente.
En general tres son los principios básicos de un estilo correcto, claridad, naturalidad y propiedad. La claridad en la expresión se alcanza según la elección de palabras apropiadas y exactas. De las palabras comunes han de utilizarse las más sencillas y breves, de las técnicas y cultas las inteligibles. La naturalidad de estilo se alcanza escribiendo sobre cosas de las que se tenga conocimiento y que interesen al lector; hay que prevenirse en este sentido contra la tentación de querer singularizarse, por lo que debe analizarse con cuidado toda expresión antes de emplearla. La propiedad se alcanza siempre que se utilicen palabras que no expresen una idea distinta de la que se quiere comunicar, evitando en lo posible los término genéricos y tratando de que las palabras no presenten las ideas de forma más compleja de lo que son en realidad.
3.5.1. Sintaxis
La armonía del período depende, por una parte, de las construcciones, de la coordinación y la distribución de todos los miembros en el período y, por otra, de la cadencia final.
En este sentido es fundamental atender a la longitud de las frases. No hay prescripciones claras sobre cuál deba ser la extensión apropiada de una frase en un texto. Depende en gran medida del estilo de cada uno. Así p.e. a partir de la segunda mitad del S. XX se observa cierta inclinación hacia la frase breve, sobre todo en los textos científicos y técnicos. Pero no por ello una frase larga es necesariamente errónea. Todo depende de la habilidad del escritor para conseguir que no se pierda el hilo discursivo. Lo cierto es, en todo caso, que cuanto más larga sea una frase más posibilidades habrá de que se incurra en anacolutos o inconsecuencias sintácticas. Ello no supone, sin embargo, que las frases deban ser telegráficas. En todo caso, la extensión de las frases es una cuestión que supone en muchos casos una marca de estilo: p.e. las frases largas, con abundancia de subordinación, paráfrasis, complementos circunstanciales, referencias espaciales y temporales, etc. desarrollan un tempo lento, apropiado para textos de tono serio, grave, como los jurídicos.
Un aspecto sintáctico más: los incisos no deben interrumpir caprichosamente una oración. Es preferible su colocación al final de la frase que así podrá leerse de un tirón sin incómodas interrupciones.
3.5.2. Aspectos léxicos
Otra cuestión importante desde el punto de vista léxico es el cuidado por la combinatoria de palabras: no todas las combinaciones de palabras son posibles. Deben evitarse asimismo las repeticiones léxicas, recurriendo p.e. a la sinonimia para mejorar el estilo.
El problema de la revisión informática
Hay que considerar que con los correctores informáticos no se ha resuelto el problema de la corrección de textos. Los ordenadores han supuesto la aparición de errores nuevos que hay que tener en cuenta. Así, los correctores ortográficos y gramaticales son de gran ayuda, sí, pero también plantean problemas. No siempre discriminan efectivamente categorías gramaticales, ya que corrigen sistemáticamente siguiendo un criterio por defecto, lo que hace que cometan frecuentemente ciertos errores (p.e. cuando y cuándo, p.e. en cabezando una interrogación aparecerán siempre corregidos como "cuándo").
4. Conclusiones. Recapitulación final.
Al margen de todas las consideraciones anteriores no debemos perder de vista ciertas ideas fundamentales:
Un buen corrector cambia de perspectiva, dependiendo del texto: no es lo mismo enfrentarse a un texto publicitario, que a uno jurídico o literario. El corrector debe poseer olfato e intuición para conservar la voz del autor y, al mismo tiempo, aumentar su brillantez y claridad.
Hay que buscar la perspectiva, lo que significa moldear unos criterios propios. Para esto, es necesario conocer las diferentes herramientas de que dispone un corrector: diccionarios, gramáticas, textos de referencia y programas informáticos.
La correción sigue distintas fases o momentos:
a)Corrección tipográfica.
El corrector debe desarrollar un control integral de la calidad de la composición: detectar y corregir las erratas y los errores tipográficos y la partición incorrecta de palabras, así como las líneas sueltas al final y al principio de página (viudas y huérfanas), los espacios mal colocados, los guiones en hilera...
Los correctores reflejan su trabajo en signos de corrección universales y anotaciones claras y concisas que facilitan la mejora de la obra y la revisión del proceso de edición. Todas las correcciones y enmiendas se anotan sobre la primera galerada, que simultáneamente se coteja con el manuscrito original con el fin de comprobar que no se ha perdido o trastocado ningún fragmento del texto original durante el proceso de volcado. Todo el proceso de corrección debería apoyarse en las normas que dicta la RAE, en sus distintas publicaciones, y una vasta literatura de apoyo.
b) Corrección gramatical. Se trata aquí de problemas de ortografía y/o morfología. Hay que saber distinguir entre error gramatical y error de estilo. La ortografía, la gramática y la puntuación de los textos deben ser en todo momento las correctas, en base a un adecuado uso del lenguaje; ello incluye la comprobación de que no se produzcan errores de tipográficos. La corrección ortográfica consiste en la minuciosa revisión del texto con el fin de comprobar que se adecua a las normas ortográficas.
c) Corrección de estilo. No hay que perder de vista que el corrector no es el autor. A partir de aquí se tendrá en cuenta el uso de los manuales de estilo, lo que permitirá definir un método de trabajo: revisión y corrección atendiendo a criterios de coherencia y cohesión semántica. La corrección de estilo buscará siempre la palabra exacta, evitando reiteraciones innecesarias y atendiendo constantemente a la finalidad, precisión y buen sentido del texto. La corrección de estilo consiste en una revisión general de todos los elementos que componen la obra: el estilo, la correcta elección de los términos empleados, la corrección o la adecuación de localismos, extranjerismos y modismos, la aplicación de las normas establecidas en los manuales de estilo... Con todo ello se pretende no sólo pulir la calidad general de la publicación, sino darle además una coherencia global.
El Plan de Estudios de Filología Hispánica en la Universitat de València y la corrección de estilo (oferta para el curso 2004/2005)
No existe en la actualidad ninguna asignatura específica en nuestro Plan de Estudios (vigente desde 2000); lo que nos mueve a pensar que en un futuro no muy lejano debería pensarse en algún módulo específico, al menos optativo, que reúna los contenidos necesarios para formar a profesionales de la corrección de estilo.
No obstante esto, existen asignaturas diversas que, a la vista del panorama que hemos venido presentando aquí, ofrecen contenidos idóneos, si bien complementarios, para la formación de estos profesionales.
Así, el conocimiento de buenos textos literarios, conditio sine qua non para la adquisición de un buen tono léxico se puede adquirir en las diversas asignaturas de nuestro Plan (véase anexo):
dos asignaturas troncales y una obligatoria en primer curso
una asignatura obligatoria en segundo curso
dos asignaturas troncales y una obligatoria en cuarto curso
dos asignaturas troncales en quinto curso
a lo que se añaden las diversas optativas de primer y segundo ciclo del plan de estudios (seis en primer ciclo y siete en segundo ciclo).
El nivel fónico y el conocimiento del componente vocal del español se desarrolla en 13828 (anexo) en primer curso, y a ello se añade la optativa de primer ciclo13880 (anexo). El conocimiento de las categorías gramaticales se imparte en 13871, en segundo curso (anexo), y la optativa de primer ciclo 13882 (anexo). La sintaxis es asumida en 13871 de segundo curso (anexo) y en 13888 de tercer curso (anexo). Del componente léxico-semántico se trata en 13831 de cuarto curso (anexo), 13855 de quinto curso (anexo), y la optativa de primer ciclo 13881 (anexo). La adecuación del uso de la lengua a la situación puede asumirse desde 13831 de cuarto curso (anexo), y las asignaturas optativas 13823 (anexo), 13873 (anexo), 13820 (anexo) y 13889 (anexo). Finalmente, el estudio pormenorizado de los rasgos lingüísticos de un texto en su globalidad se aborda con 13817 (anexo).
Así pues, un somero repaso a la oferta académica ofrece un panorama si no óptimo, sí al menos razonable para la formación profesional de correctores de estilo. Falta aún, eso sí, lo advertíamos unas líneas más arriba, la formación específica. Pero esperamos que en pocos años sea ya una realidad la especialidad de "corrector de estilo" en la Licenciatura de Filología Hispánica. Bolonia y la preconizada convergencia europea en materia de programas universitarios, y nosotros mismos como integrantes de la comunidad universitaria española tendremos mucho que hacer al respecto. Esperemos cumplir con nuestro cometido.



BIBLIOGRAFÍA
1. Manuales de estilo y textos sobre el uso correcto de la lengua española
ABC (2001). Manual de estilo. Barcelona: Ariel.
Agrupación Editorial, S.A. : Gran Diccionario de la lengua española. Barcelona. Larousse-Planeta.
Agencia EFE (1991). Manual del español urgente. (8ª Ed.). Madrid: Cátedra.
Alvar Ezquerra, M. (dir.): Diccionario ideológico de la lengua española. Barcelona. Vox.
Bates, J. D. (1980). Writing with precision: How to write so thatyou cannot possibly be misunderstood (3ª ed.). Washington, DC: Acropolis Books. Discute los principios de una escritura clara y efectiva (en inglés), ofrece ayuda para preparar y escribir materiales específicos, tales como cartas, memoranda, e informes. Compara los puntos de vista de destacadas autoridades sobre el estilo y el uso del lenguaje (inglés americano).
Bosque, I. (2004): Diccionario Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo. Ediciones SM.
Casares, J. (1959): Diccionario ideológico de la lengua española. Barcelona, Gustavo Gili.
Copperud, R. H. (1980). American usage and style: The consensus. New York: Van Nostrand Reinhold.
EL PAIS (1993). Manual de estilo. Madrid: Ediciones El País.
Fowler, H. W. (1965). A dictionary of modern English usage (2ª ed.). New York: Oxford University Press. Clásico diccionario de uso del inglés; ofrece información detallada sobre gramática y estilo, sobre ortografía y pronunciación, así como sobre puntuación. He buscado una edición más actualizada, pero no la he encontrado de momento.
Gómez Tórrego, L. (1989). El buen uso de las palabras. Madrid: Arco-Libros.
Gómez Tórrego, L. (1989). Manual del español correcto. Madrid: Arco-Libros.
Gutiérrez Cuadrado, J. y Pascual, J.A. (proyecto y dir.): Diccionario Salamanca de la lengua española. Madrid. Santillana.
Lázaro Carreter, F. (1996). El dardo en la palabra. Madrid: Galaxia Gutemberg.
Linton, M. (1978). Manual simplificado de estilo para la preparación y redacción de artículos en psicología, ciencia y literatura. México: Trillas.
Marsá, F. (1986). Diccionario normativo y guía práctica de la lengua española. Barcelona: Ariel.
Martín Alonso, A. (1960). Ciencia del lenguaje y arte del estilo. Madrid: Aguilar.
Martín Vivaldi, G. (1974). Curso de redacción. Madrid: Paraninfo.
Moliner, M. (1998): Diccionario de uso del sspañol. Madrid. Gredos. 2ª ed.
Montolío. E. (coord.) (2000): Manual práctico de escritura académica. Barcelona. Ariel.
RAE (1992): Diccionario de le lengua española. Madrid.
Reyes, G. (1998): Cómo escribir bien en español. Madrid. Arco Libros.
Sarmiento, R. (1997): Manual de corrección gramatical y de estilo. Madrid. SGEL.
Seco, M. (1991). Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe.
Sierra, R. (1996). Tesis doctorales y trabajos de investigación científica. (4ª Ed.). Madrid: Paraninfo.
Strunk, W., Jr., & White, E. B. (1979). The elements of style (3ª ed.). New York: Macmillan. Trabajo clásico que ofrece consejos claros y precisos sobre cómo escribir correctamente (en inglés).
Trimble, J. R. (1975). Writing with style: Conversations on the art of writing. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall. Ofrece consejos informales sobre los fundamentos de la escritura, cómo comenzar y cómo seguir, y sobre la importancia de pensar con claridad para escribir con claridad; ofrece asimismo consejos específicos sobre citas, puntuación y uso general del lenguaje.
Zinsser, W. (1990). On writing well: An informal guide to writing nonfiction (4ª ed.). NewYork: HarperCollins. Discusión informal sobre los principios que subyacen a una escritura correcta.
AÑADIR DICCIONARIOS
2. Textos orientativos en español sobre la confección de trabajos científicos
Cremmins, E. T. (1982). The art of abstracting. Philadelphia, PA: ISI Press. Describe en detalle cómo crear un abstract; se focaliza en las habilidades cognitivas utilizadas (leer, pensar, escribir y editar).
Eco, U. (1982). Cómo se hace una tesis: Técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura. Barcelona: Gesisa.
Linton, M. (1978). Manual simplificado de estilo para la preparación y redacción de artículos en psicología, ciencia y literatura. México: Trillas.
López Piñero, J. M. y Terrada, M. L. (1993). La información científica y técnica. Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia. Valencia: Universidad de Valencia - CSIC.
Primo Yúfera, E. (1994). Introducción a la investigación científica y tecnológica. Madrid: Alianza.
Romera, J., Pérez Priego, M. A., Lamíquiz, V., y Gutiérrez Araus, M. L. (1995). Manual de estilo. (2ª Ed.). Madrid: UNED.
Sierra, R. (1996). Tesis doctorales y trabajos de investigación científica. (4ª Ed.). Madrid: Paraninfo.
Solomon, P. R. (1989). Research report writing in Psychology. Glenview, IL: Scott, Foresman and Co. [Versión española: (1989). Guía para redactar informes de investigación. México: Trillas].

sábado, 6 de diciembre de 2008

Pasaba por estos lares...

Pues en lo que nos pasan el nuevo archivo para corregir, dejo aquí un ejempo de criterios de corrección de estilo, éste en específico es de la Universidad Autónoma del Estado de México:


CRITERIOS GENERALES PARA LA CORRECCIÓN DE ESTILO DE ARTÍCULOS Y LIBROS DE CONTENIDO CIENTÍFICO


La corrección de estilo de documentos se realiza con base en las normas internacionales de edición de todo tipo de publicaciones. Se refiere a la integración de la forma en que se presentan diversos textos en un documento.

Se debe vigilar que la corrección de estilo no modifique en ningún caso el significado del contenido.

Los criterios generales que se presentan a continuación corresponden a los errores más usuales que encontramos en los textos; sin embargo, no se deben utilizar como único soporte, ya que cada escrito presenta particularidades que requieren de una atención individual.



I. USO DEL LENGUAJE

Se refiere al uso adecuado de las palabras conforme a su estructura gramatical. Se pone especial atención en que no exista repetición innecesaria de palabras en un mismo párrafo y que a su vez éste no sea redundante.

1. Uso correcto de ciertas frases preestablecidas, por ejemplo: con base en, en relación con, de acuerdo con, con respecto a, etcétera.
2. Uso adecuado de nexos, es decir, no abusar de ellos. Ejemplo: pero, además, mas, sin embargo, asimismo, también, etcétera.
3. Se puede conservar el plural masculino en el caso de hacer referencia a ambos géneros y/o hacer la diferencia, siempre y cuando se mantenga el mismo criterio a lo largo del texto.



II. ORTOGRAFÍA

1. Uso correcto de signos de puntuación. Además de los signos más usuales (punto, coma, punto y coma, dos puntos), se considera lo siguiente: se utilizan guiones largos para una frase subordinada dentro de una principal. Eliminar comas entre sujeto y predicado.
2. Uso de acentos: cuando una palabra puede o no escribirse con acento ortográfico, se omite. Por ejemplo, periodo.
3. Cuidar el uso de acento diacrítico, por ejemplo: solo, sólo; mi, mí; de, dé; más, mas, etcétera.
4. Evitar el uso inadecuado de artículos y preposiciones.
5. Uso de mayúsculas sólo en la letra capitular de cada palabra de nombre propio, institución, evento y siglas.


III. ESTILO GENERAL

El estilo general se relaciona, por un lado, con el tipo de documento y el público objetivo y, por otra parte, con el diseño y el formato definidos.

1. Escritura de la numeración (letra o número), según corresponda: los números mayores a 10 se escriben con número; los números que refieran décadas se escriben con letra, y los de fechas se escriben con número.
2. No se recomienda resaltar palabras dentro del texto con el uso de subrayados, negritas, mayúsculas, etc., ya que se considera que el contenido del texto por sí mismo y en su conjunto es de relevancia e interés para el lector. Sin embargo, se recomienda anexar seguido del resumen un breve listado de palabras clave.
3. Los títulos de artículos que aparezcan dentro del texto deben entrecomillarse, y los de publicaciones deben presentarse con cursivas.
4. Se resaltan títulos y subtítulos de capítulos, incisos y gráficas utilizando el tono de letra más oscuro.
5. Se usan cursivas en las palabras escritas en un idioma diferente al del texto.
6. Los artículos presentados en un idioma diferente al resto de la publicación no se traducen.
7. Las voces latinas se escriben con cursivas y preferentemente en contracción y sin acento; no obstante, pueden escribirse omitiendo los dos últimos aspectos, siempre y cuando se unifiquen a lo largo del documento.
8. Formado de citas textuales de acuerdo con su extensión: mayores a cuatro renglones se forman en bloque y sin comillas; menores de cuatro renglones se integran al párrafo con comillas. Las citas textuales que omiten una parte deberán presentar puntos suspensivos entre corchetes. Si éstas presentan errores de ortografía o de redacción, son respetados, empleando la sigla sic entre paréntesis.
9. Siempre debe escribirse la fuente de las citas textuales y de paráfrasis al final de éstas con paréntesis y deberá contener apellido del autor, año y página.
10. Los gráficos, tablas, mapas, etc., deberán citar la fuente bibliográfica completa.


IV. ESTILO BIBLIOGRÁFICO

Se debe respetar el modelo bibliográfico que se defina para cada publicación, siempre y cuando no altere las normas internacionales preestablecidas y presente todos los datos necesarios.

1. Uso de la voz latina et al. cuando la referencia presenta más de tres autores.
2. Uso de una línea de cinco golpes para eliminar el nombre de un autor cuando se repite.
3. Debe haber coherencia entre las referencias presentadas en la bibliografía y las que se enuncien en el texto.
4. Se deben diferenciar dos o más publicaciones de un autor que correspondan a un mismo año, con letras (a, b, c, etcétera).


V. COMENTARIOS

El procedimiento para la corrección de estilo de documentos, producto de la investigación científica, tecnológica y humanística, se refiere únicamente a la corrección en cuanto a la forma del documento, mas no a su contenido. Este proceso se lleva a cabo de la siguiente manera:

Se realiza la revisión y corrección de estilo correspondiente. De existir observaciones al documento en cuanto a la claridad de alguna expresión o faltante de información, se solicita por escrito al autor o al coordinador del documento.

Al concluir esta parte, se verifica que no haya modificación al significado en ninguna parte del documento o que exista alguna omisión.


La corrección de estilo, el diseño, formato y armado de los documentos que se editan a través de la Secretaría de Investigación y Estudios Avanzados de la UAEM están bajo la responsabilidad de la Dirección de Difusión de la Investigación y los Estudios Avanzados. Para este fin se mantiene una estrecha comunicación con los autores o coordinadores de los textos, con el objeto de evitar discrepancias y contratiempos. De esta forma se logrará que la edición cumpla en tiempo y forma con las expectativas de ambas partes.
Pasen un chido fin de semana...

lunes, 24 de noviembre de 2008

Documento para corregir

Jóvenes:

Ya puse en el grupo de Puras visiones el documento que se debe corregir. La entrega del mismo en la versión control de cambios es el 8 de diciembre de 2008, vía correo electrónico (lisistratita@hotmail.com).

Gracias.

martes, 18 de noviembre de 2008

Minucias








Miren, se trata de una selección de artículos del libro Minucias de lenguaje, de Moreno de Alba:

http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/fondo2000/vol1/algunas-minucias/html/portada.html

Hay que pulsar en la imagen de la portada del libro.

Real Academia Española

Real Academia Española

Respuestas a las dudas idiomáticas más frecuentes. Sólo hay que pulsar en el título de la entrada.

Ortografía RAE

Les comparto este documento, espero pueda verse, está en PDF. Sólo deben pulsar el ratón en este título y la máquina los reenviará.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Documentos revisados

Jóvenes:

Como advertirán, no soy muy diestra en estos menesteres. Estuve tratando de subir varios archivos a nuestro grupo virtual de Visiones y revisiones, pero no tuve mucho éxito, al parecer se sobrepasaba cierto límite de almacenaje o quiénsabe qué misterio electrónico se dio.

El caso es que opté por pegar a la derecha de este navegador un "gadget" que nos conduce directamente al correo de parabola123@gmail.com y ahí colgaré también algunos documentos de apoyo en caso de que en un siguiente intento me sea imposible en el grupo virtual.

viernes, 31 de octubre de 2008

Acerca de preguntas cuya respuesta dejé pendiente

Recuerdo que en una clase surgieron, entre otras, las siguientes preguntas:

1) ¿Cuál es la conjugación correcta del verbo “licuar”?

2)¿Qué pasa con la palabra “acentúa”, por qué le ponemos tilde si se trata de un término grave terminado en vocal?; además, siendo un verbo terminado en –uar, como “licuar”, ¿no debería seguir la misma regla que aquél?

Ahora, con la tranquilidad del fin de semana y este maravilloso sol casi invernal, les respondo de forma más amplia.

En principio debo aclarar que la norma ortográfica no sólo es lo que un grupo de académicos deciden, por muy expertos de la lengua que sean, sino que es el resultado de un largo proceso de ajustes y reajustes entre la pronunciación y la etimología, a lo que se agrega la costumbre lingüística. Paralelo a ello, se dan desajustes entre ortografía y pronunciación, motivados por la propia evolución del idioma (recuerden que es un elemento vivo), por las variedades dialectales (la forma en que se habla el español en distintos países) y por la misma tradición ortográfica.

Así las cosas, lo que señalamos como “lo correcto” para fines de la enseñanza es aquello que congrega esta suma de factores para que nuestro idioma atienda a su propia identidad y tome en cuenta el uso de todos los días pero con conciencia lingüística, sin guiarnos por la ignorancia, el capricho personal y el empleo tergiversado de los vocablos.

Vuelvo a las dudas planteadas. Con respecto a la primera pregunta respondí que el verbo “licuar” tiene como modelo de conjugación el verbo “averiguar”. De tal manera que lo correcto es escribir “yo licuo” (sin acento en la u), del mismo modo que escribimos “yo averiguo” y no “averigúo”, esta misma recomendación es válida para el verbo “adecuar”.

Para agregarle sabor al caldo de la polémica y sobre la duda de la ausencia o presencia de la tilde en tales palabras, Roberto Zavala Ruiz en El libro y sus orillas consigna lo siguiente:

"Acerca de los verbos terminados en –uar, 'la orientación coincidente parece estar en la consonante anterior a la u, y no en el número total de sílabas', dice Alcalá-Zamora en su obra Dudas y temas gramaticales. Y sigue diciendo que abren o deshacen el diptongo los verbos con d como graduar; con l como evaluar; con n como atenuar, continuar, insinuar; con s como acensuar, censuar; y con t como acentuar, actuar, conceptuar, desconceptuar, desvirtuar, fluctuar, perpetuar, puntuar, redituar, usufructuar, formando gradúan, evalúan, insinúan, fluctúan, etcétera.


Influyen para mantener el diptongo [y por tanto, evitar la tilde] la c y la g: aguar, amortiguar, apaciguar, averiguar, desaguar, evacuar, menguar, promiscuar, formando averiguan, evacuan, licuan, adecuan. Sin embargo, la fuerza del uso obligó a los académicos, en las Nuevas normas, a considerar igualmente correctas las formas adecúo, licúo, evacúo, etc. De manera que los autores pueden escoger y los correctores deben respetar las preferencias, salvo indicación expresa de la editorial, si ésta ha decidido adoptar un solo criterio como parte de sus normas de estilo." [p. 178-179. Las negritas son mías.]

¿Entonces sí o no?, se preguntarán ustedes con toda razón. Podemos decir que por norma lo correcto es escribir “licuo”, pero el uso marca una tendencia a permitir “licúo” (aunque no nos guste, me parece que la inmensa cantidad de libros de cocina seguramente toman esta segunda forma, la cual incluso puede resultar más conocida para los hablantes). Por lo tanto, yo concluiría que, en efecto, en ciertos vocablos hay cierto margen de decisión pero ésta debe estar regida por el equilibrio entre el conocimiento de la norma y por la eficacia en la comunicación, lo primero sobre todo para los maestros de redacción y más aún cuando hay que comprender que ese margen de “libertad ortográfica” es difícil de precisar.

Con lo anterior creo que la segunda pregunta –la relativa al verbo “acentuar” y la forma “acentúa”– queda respondida. Sólo agrego los siguientes detalles:

1) Colocamos la tilde en “acentúa” para evitar la formación del diptongo ua en tal palabra y el desplazamiento de la sílaba tónica; de lo contrario pronunciaríamos algo parecido a “acentua”.

2) La acentuación en este caso se rige, como nos recuerda Zavala en el fragmento citado, no tanto por el número de sílabas sino por la consonante anterior a la u, la cual determinará si se requiere o no el acento. Así que el verbo modelo para “acentuar”, puede ser el verbo “actuar”.

Si conocer estos recovecos de nuestro idioma son de interés para ustedes, les recomendaría echarle un vistazo a los dos tomos de José Moreno de Alba, editados por el Fondo de Cultura Económica y titulados Minucias del lenguaje y Nuevas minucias del lenguaje, contienen varios artículos de divulgación publicados en diversos periódicos y su objetivo es abordar todas estas interrogantes que nos surgen en el uso diario de este ordenado caos y hermoso monstruo de siete cabezas que es nuestro idioma.

Un gran saludo para todos.
Claudia Domínguez Mejía